La aventura de hacer vino en Sarandí
Aquellos que lleguen al vino de la costa, no se topará con las acequias mendocinas. El cultivo se materealiza en ásperos terrenos ganados al río, donde a mediados del Siglo XIX, un aluvión de inmigrantes empezó a trabajar en las barrosas márgenes del Plata hasta convertirlas en un paraíso de viñas y frutales. Allí, comenzaron a cultivar la típica uva Isabella Americana o Frambua, popularmente conocida como uva chinche, de la que se obtiene un vino de aroma frutal. No tiene aditivos, pero los productores del lugar se aseguran su conservación usando recipientes herméticos: cuando un tonel va bajando su nivel, se traspasa el vino a uno más pequeño para impedir la entrada de aire. El eclipse llegó en los años 70 con la instalación del cinturón ecológico (CEAMSE), que determinó el éxodo de gran parte de los pobladores de la zona. Pero en los 90 muchos decidieron volver. Uno de los entusiastas es Osvaldo Paissan, que conserva las mismas cubas de viraró que usaba su bisabuelo 130 años atrás. "Empecé por comprar una hectárea en una quinta abandonada y fui plantando las primeras viñas con un sistema de espaldar. Trabajo con alambres que se enlazan desde los 80 centímetros a 1.60 metros del suelo, separados por postes, con 6 plantas entre uno y otro, que, multiplicadas, llegaron a convertirse en 10.000. El vino se envasa en barriles y botellas. Pero nos obligan a identificarlo como "vino casero", es un atentado a la identidad del producto, que se conoce como vino de la costa desde 1850", se queja Paissan. El tema tiene sin cuidado a los entusiastas de este sencillo vino rioplatense, ideal para acompañar empanadas y asados, que llegan a comprarlo directamente al lugar.
Fuente | Ollas y sartenes Nº 961. Diario Clarin.